- ¡No me lo creo!
- Si hijo, así funcionaba la escuela.
- Pero hace lustros que no se ve un árbol.
- ¡Ay hijo! Hace años, había muchos de esos, y con
ellos hacíamos de todo: muebles, casas, libros, había árboles por todas partes.
- Y en los libros ¿Dónde está el Internet?
- No había, salíamos a la calle y nos
comunicábamos, teníamos amigos.
- Pero ¿qué pasaba con la contaminación?
- Hijo, para de hacer preguntas y deja que te
cuente… Antes, existía arte llamado literatura; en ella se reunían todos los
libros escritos, todos los autores en todos los idiomas, y nosotros teníamos
que conocerlos y estudiarlos en el colegio, hacer exámenes sobre ellos, y,
sobre todo, leer todo lo que pudiéramos.
- ¿Leer? ¿Y no era mejor utilizar el altavoz?
- No había altavoces, ni pantallas; eran muchas
palabras en un papel contándote algo.
- A ver si lo entiendo, salíais a la calle,
andabais, ibais al colegio, leíais libros… ¿Cómo hacíais todo eso sin cansaros?
- No nos cansábamos porque nos divertía. Yo mismo,
a veces, me iba solo a un parque y me leía algún libro, el que fuera, todos me
gustaban, desde los cortos hasta los largos, pasando por todos los tipos,
humor, acción, amor… Todo o que podía lo leía, y gracias a eso, he aprendido
mucho de todo lo que sé, y he podido mantener mi juventud en el interior de mi
mente, cosa que, hoy en día, no tenéis ningún niño, ni siquiera la imaginación
que tanto que gustaría tener.
- ¿Imaginación? Pero si ahora todos los robots lo
hacen todo, no sé cómo podías vivir sin la consola o el sofá-automóvil.
- ¡La lectura es cultura! ¿Ves todos esos libros?
Me los he leído todos, desde el primero hasta el último, y eso deberías hacer
tú.
- Pero abuelo, eso no sirve para nada, ¿Qué ganas
perdiendo el tiempo con eso?
¿Qué gano? Poder escaparme de todas las guerras, ir
a mundos nuevos, imaginarios, sin contaminación ni Internet, tener romances
imposibles, viajar, tener superpoderes, magia, seres extraordinarios… La
lectura te lleva a mundos insospechados, te engancha y no te deja escapar, es
una dimensión paralela fuera de la cruda realidad. Hijo, voy a hacer lo qué
debería haber hecho tu padre hace mucho tiempo, te voy a educar, ¡Dame ese
móvil!
- ¡No, abuelo!
(Coge el móvil y lo rompe)
- Toma, un libro: acarícialo, huélelo, disfruta de
su portada, y después, léetelo. Cuando acabes, verás el mundo de otra forma.
- Vale, abuelo…
¿FIN?
Luís Manglano Flores , 4ºESO A. mención honorífica. Grupo B
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